Pastel Familiar

Siempre me había parecido odiosa la practica del "aquí te pillo, aquí te
mato", soy una chica muy romántica, y lo del sexo sin amor no me convencía,
no le encontraba sentido. Con los chicos con que había salido, no habíamos
mantenido relaciones hasta que llevábamos juntos bastantes meses. Sólo
tengo diecisiete años, a punto de cumplir dieciocho, pero he estado con
bastantes chicos, muchos diría yo. Como iba diciendo, siempre me había
parecido odiosa la, práctica del "aquí te pillo, aquí te mato", hasta que
me folló mi propio padre.

Una tarde calurosa de verano, en mi pueblo, en mi casa, una casa bastante
grande con piscina, jardín, barbacoa, etc,... pero sin aire acondicionado,
así que me pasaba el día entero en la piscina. Ese día mi madre y mi
hermano se habían ido de compras, por lo que estábamos mi padre y yo solos.
Él estaba en su despacho, trabajando, y yo estaba en la piscina. A media
tarde salí de la piscina, me puse las zapatillas y entré en casa. En la
cocina estaba mi padre, bebiendo una cerveza. Le pregunté qué tal el
trabajo, no pude entender lo que me dijo y no me lo quiso repetir, no le di
importancia, lo atribuí al trabajo, últimamente estaba muy liado.

Bebí un vaso de agua y al salir, mi padre dijo otra cosa que tampoco
entendí, y que tampoco quiso repetir. En fin, volví a la piscina y cuando
estaba a punto de meterme en el agua, me llamó mi padre: "Tráeme cervezas
de la despensa, por favor". Busqué un pack de 6 latas y las llevé a la
cocina. "Ya te has bebido tres, ¿quieres más?".

"No, éstas ponlas en la nevera".

Cuando estaba colocándolas en la parte de debajo de la nevera, mi padre se
acercó por detrás y me agarró de la cadera, apoyando su pubis en mi
trasero. Podía sentir su pene en mi culo, estaba creciendo.

"¡Papá!".

Puso las manos sobre mis pechos.

"¿Qué?".

Inexplicablemente, la respuesta que le di no era la que había pensado en un
principio:

"Fóllame", le dije.

Sin pensárselo, me bajó el bikini, se sacó la polla y me la metió sin
contemplaciones. Me embestía con mucha fuerza, como si hiciera mucho tiempo
que no follaba y tuviera muchas ganas . El calorcito que sentía en mi
coñito contrastaba con el frío que sentía en mi cara, procedente de la
nevera que aún estaba abierta. Mi padre no decía nada, sólo emitía algún
gemido. Y cada vez embestía más fuerte, yo me agarraba como podía a la
puerta de la nevera, que parecía que se iba a romper en cualquier momento.
De repente noté un golpe en la espalda, y sentí algo sobre ella. Me había
roto un huevo en la espalda, y lo estaba esparciendo. Agarró también la
botella de leche y la vació sobre mí. Los yogurts tampoco se quedaron donde
estaban. Todo resbalaba por mi espalda y por mi culo, y algo también me
llegó a los pechos.

"Papá, ahora sólo falta tu ingrediente" Y dicho esto la sacó y se corrió
sobre mi espalda. Mi culo y mi coño eran una mezcla de líquidos y fluidos.

"¡Uau!", pensé, qué gozada.

Noté unas manos en la espalda, no eran las de mi padre, me giré: ¡era mi
hermano! Estaba desnudo, con lo que había sobre mí, se embadurnó la polla y
me la metió. Mi padre estaba a nuestro lado, masturbándose, con la polla
sucia de la mezcla que él mismo había preparado sobre mí. Mi hermano estuvo
metiéndola y sacándola el tiempo justo para que yo tuviera un orgasmo, las
piernas me flaquearon y caímos al suelo. Nuestros cuerpos enteros se
ensuciaron con todo aquello, y mi hermano se corrió, en mi coñito, me lo
acabó de llenar con su leche, y completando así el pastel familiar.

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